julio 06, 2009

Como evitar sorpresas al alquilar tu apartamento en verano

Se recomienda seguir estos tres pasos básicos para evitar problemas: conocer la vivienda, mediante fotos o con una visita personal, antes de formalizar el trato; acordar con el propietario el precio y el resto de condiciones antes del inicio de la estancia; y firmar un contrato que se debe leer con todo detenimiento.

Nada de citas a ciegas

De la misma forma que no se compra un coche sin haberlo visto antes, tampoco debe alquilarse un apartamento sin haber comprobado cómo es en realidad. Es mejor verlo in situ, pero como a veces no será posible, habrá que conformarse con ver numerosas y representativas fotos o con una visita virtual mediante Internet. El principal motivo por el que los inquilinos tramitan reclamaciones sobre apartamentos alquilados es la falta de correspondencia entre el inmueble descrito en el anuncio o promesa y el real.

Ubicación y superficie del piso inexactas, electrodomésticos y mobiliario en mal estado e higiene inadecuada son las quejas más comunes. Por eso, antes de cerrar el acuerdo hay que cerciorarse de que la vivienda cumple con lo prometido. Internet es hoy el medio más utilizado para arrendar una vivienda durante los meses de verano. Si la vivienda nos interesa porque parece cumplir con nuestras necesidades y preferencias, acordemos con el propietario una visita para conocerla a fondo. Y si no es posible visitarla, conviene solicitar al arrendador o a la agencia un dossier fotográfico en el que se muestren las principales estancias, los accesos y vistas, así como los servicios complementarios con los que cuenta: piscina, jardín, parque infantil cercano. .
La señal

Si el usuario concluye que le interesa ese apartamento o casa, lo más habitual es que el propietario o la agencia inmobiliaria que en su caso ejerce de intermediaria, soliciten al cliente el pago de una señal, un dinero que, una vez en manos del propietario, garantiza la reserva del piso, y que, naturalmente, será descontada de la suma a pagar por la estancia. La señal suele representar entre el 20% y el 30% del precio final acordado. No parece necesario pagar un monto superior, aunque puede aceptarse que llegue hasta el 40% del total, no más. La señal es una garantía para el inquilino, porque se asegura la reserva del apartamento o casa en las fechas acordadas, y para el arrendador, porque en caso de cancelación a última hora, puede quedarse con el importe de la señal como compensación.

La forma más común de pagar la señal es mediante transferencia bancaria. Si finalmente el alquiler se concreta de particular a particular, antes de efectuar el pago el inquilino debe asegurarse de que el titular de esa cuenta y el dueño de la casa son la misma persona. Si no coinciden, hagamos las pertinentes averiguaciones. De esta manera, se evitarán engaños y estafas, que no tienen por qué ocurrir.

El contrato

La diferencia entre hacer las cosas bien y hacerlas mal puede residir en firmar o no un contrato. Cuando el propietario reciba la señal, debe enviar al inquilino un contrato por escrito. En el contrato de alquiler constará la identidad de arrendador e inquilino, la identificación de la propiedad alquilada, la renta inicial del contrato que, en general, incluye, además del alojamiento, los costes de la limpieza de entrada y de salida. En el documento debe especificarse también la duración de la estancia, fecha y hora de entrada y salida incluidas, la penalización económica en caso de retrasos y otras cláusulas acordadas entre las dos partes, como el pago de una fianza.

Es habitual que los propietarios exijan esta fianza, que es la parte del dinero que se emplea para garantizar el cumplimiento de lo acordado entre ambas partes.

Esta cantidad oscila entre el 10% o el 20% del precio final en los alquileres de corta duración, y puede representar hasta una mensualidad entera si la propiedad se alquila para todo el verano. Ante una situación de incumplimiento de alguna cláusula, o de deterioro del piso, el propietario puede descontar de la fianza las cantidades que procedan. Si todo transcurre con normalidad, el propietario devolverá la fianza al inquilino cuando finalice el contrato.

Antes de firmar

El contrato deber ser revisado por el inquilino antes de firmarlo, sobre todo las cláusulas adicionales que pueda incluir. Por lo general, el contrato incorpora una en la que el propietario indica que cede el apartamento en perfecto estado. Otra práctica habitual es la entrega de un inventario en el que se enumeran los bienes con los que el piso está equipado y el estado en el que se encuentran. Todo ello debe ser comprobado antes de firmar, ya que si en el momento de firmar los arrendatarios no formulan ninguna objeción habrán dado su conformidad con los muebles y enseres que figuran en el inventario, así como con su estado de conservación y utilización.

Se verificará que los artículos de la lista se hallan en la vivienda y que su descripción se ciñe a la realidad.

Después, se firmará el documento de inventario donde constarán todas las deficiencias encontradas, o se confirme que todo está en perfecto estado. El siguiente paso es la entrega de llaves, momento en el que el inquilino abona por adelantado la cifra pactada para el pago del alquiler, descontando la señal ya entregada, y la fianza si así se había acordado. Por su parte, el propietario cede un par de juegos de llaves. Conviene solicitarle un teléfono de contacto por si se produjese algún contratiempo.

Reclamar

Es posible que nada más atravesar la puerta de nuestro hogar vacacional nos percatemos de que no cumple con lo prometido por el propietario. Si el contrato se hizo directamente con el dueño, lo mejor es arreglar de forma amistosa los problemas con él. Si las gestiones no conducen a la resolución del problema detectado, la reclamación contra el propietario se formulará con una demanda presentada en el Juzgado de Primera Instancia en la localidad en la que se encuentre la vivienda. Si el contrato se ha cerrado con una agencia inmobiliaria hay que acudir a ella. Una vez en la agencia, hay que rellenar las hojas de reclamaciones y enviarlas al organismo administrativo competente.

Es esencial reunir y conservar el mayor número posible de pruebas documentales.

Además del propio contrato, conviene guardar los emails enviados y recibidos del propietario y los folletos promocionales de la agencia, si los hubiera. Ayuda mucho hacer fotografías del apartamento para que se pueda probar en qué aspectos no cumple con lo que se había contratado. Y si las deficiencias de la vivienda impedían cocinar en condiciones, procede guardar las facturas de las comidas y cenas en restaurantes.

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